"El ahora de ahora; el mío, el tuyo, el del público..."
Cuando sales al escenario preocupadx por hacerlo bien, no estás en el presente y es difícil que se produzca la magia, o mejor dicho, que la percibas y fluyas con ella. Como en la vida.
Tus emociones pueden ser un material creativo, también las consideradas como "negativas", como el miedo o la rabia. Sea cual sea, puedes sentirla, detectarla abrazarla y entregársela a tu clown, para que juegue con ella, por ejemplo, a través de la exageración. Puede ocurrir que la emoción se diluya, que deje de invadirnos y que la podamos gestionar. Observamos y abrazamos la emoción y así tomamos las riendas. Aquí hay un valor terapéutico. Tu honestidad, como un trampolín para entrar en el flujo creativo. Obviamente, no es siempre un proceso fácil, y por eso entrenamos, insistimos, para ir quitando capas y llegar a la esencia.
¿Qué espera el público de un escenario? Humanidad.
Que desees, que sientas, que hagas, que vayas, que arriesgues, que juegues. Que le hagas de espejo con tus éxitos y fracasos. Que le invites a entrar a tu mundo de las pequeñas cosas. Que percibas, que generes y compartas la magia. Que fluyas. Que te desnudes para verse en ti. Que seas verdad. Y el escenario es un óptimo lugar para practicar todo eso. Quitarse del medio. Olvidarse de unx mismx y observar el mundo, pasando a ser forma de un todo sublime al cual pertenecemos todxs. Desaparecer para estar más presente. Quitarse la máscara propia para ponerse las que se quieran, como una vez dijo mi amigo Jonàs Gnana.
Para mi, lo ideal, cuando público y clown, disfrutan juntos el mismo juego; comparten el mismo presente. Y así cada vez, ponemos nuestro granito de arena, para que ese momento, en el que la percepción está más abierta y estamos presentes, sea la norma de la vida cotidiana en lugar de ser un momento excepcional. Para que tu mundo, nuestro mundo, sea cada vez más bonito. Es una auténtica revolución ;o)
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